¿Por Qué No Debes Idealizar a los Familiares de los Autores en la Música y la Literatura?
En el mundo de la música, la poesía y la literatura, es frecuente encontrar obras dedicadas al padre, la madre, los hijos o la pareja del autor. Aunque estas creaciones se perciben como un ejercicio de profundo sentimiento personal, cabe preguntarse: ¿no es esta una forma de onanismo creativo? Más aún, ¿tiene sentido para el público general?
Cantarle al Padre o a la Madre: Un Lugar Común Sobresaturado
Dedicar canciones o poemas a figuras parentales puede parecer genuino, pero, en muchas ocasiones, cae en un terreno predecible y repetitivo. Las emociones humanas relacionadas con la familia están lejos de ser universales en su interpretación. Mientras para un autor es inmensamente significativo escribir algo sobre su progenitor, para el auditorio puede no tener ningún impacto real. Al final del día, ¿a quién le importa el padre del autor tanto como al propio autor?
El Peloteo en la Literatura y la Música: Un Juego Peligroso
Otra motivación detrás de estas dedicatorias y creaciones puede ser el «peloteo»—la adulación evidente hacia figuras cercanas con el fin de ser alabado como un individuo sensible y agradecido. Este tipo de contenido puede convertirse fácilmente en un arma de doble filo: por un lado, el autor busca ganar puntos emocionales, pero el espectador o lector crítico puede percibirlo como un truco barato y carente de auténtico impacto.
El Público No Conecta con el Narcisismo Familiar
Osadía sería asumir que el público general está interesado en los lazos familiares de los creadores. El verdadero valor de una obra artística radica en su capacidad de establecer un vínculo emocional profundo con la audiencia, lo que es casi imposible cuando el eje temático gira en torno a personas que le son ajenas. ¿Qué razón tendría alguien para conectarse emocionalmente con los hijos del autor o con su pareja?
Onanismo Carnavalesco: Cuando la Creación se Convierte en Ego
El término «onanismo carnavalesco» describe perfectamente este fenómeno donde el autor se regodea en su propio universo privado, exhibiendo sus emociones familiares como si estas fueran de interés público. En esencia, no es más que una celebración del ego del creador, quien se adorna con una falsa aureola de sensibilidad que no necesariamente llega al receptor.
¿Qué Busca Realmente el Público?
El público busca representaciones que lo interpelan directamente, que lo lleven a reflexionar sobre su propia vida, sensaciones y deseos. Sin embargo, cuando un autor centra su arte en la adoración de sus familiares, se distancia inadvertidamente del propósito esencial del arte: la conexión.